Degustando la eternidad: La ambrosía, la oliva y la diosa

Abstract

En el alcázar de Zeus los dioses degustan el néctar que escancia la dulce Hebe y la ambrosía que Hermes reparte diligente, en tanto las musas cantan y las cárites danzan... la dicha divina se extiende en el Olimpo. Esta imagen idílica es la que los antiguos griegos asignaban a sus dioses y que los mitógrafos repiten sin cesar, pero aquellos alimentos sacros no han sido materia regular de estudio. Por ello, destacar sus características y explorar sus implicaciones míticas es el objetivo del presente trabajo. Siendo la ambrosía la más enigmática de los dos, es en ella que se empeña Gabriel Sánchez Barragán para dilucidar su relación con el mundo divino y con el don más preciado, la inmortalidad. ¿Afectaba la ambrosía el cuerpo de los dioses? ¿Su ingestión otorgaba la inmortalidad a los humanos? ¿Podían éstos tener acceso a ella? ¿Cuál era el origen de ese alimento de eternidad?. Son éstas las preguntas que dieron inicio a esta investigación y que llevaron a su autor a enlazar la ambrosía con otros mitos de inmortalidad, a reconocer que en ella hay un principio vegetal y que éste se remonta a un pasado mediterráneo, al fruto de un árbol sagrado propiedad de la Diosa, la gran deidad del pasado que otorgaba ese fruto santo a fin de conceder la gracia de la vida más allá de la muerte...